Aún queda esperanza

Como os decía, ayer acabamos el día viendo y sobre todo, escuchando un magnífico concierto de Pedro Iturralde con su grupo, del que debo mencionar especialmente a Miguel Angel Chastang, contrabajista (qué decir a estas alturas de Iturralde, IMPRESIONANTE). La última vez que lo ví, fue el año pasado en el Café Central de Madrid con esta misma formación. Este contrabajista hace hablar a su instrumento fundiéndose en un único ente cuando interpreta. Simplemente, magistral.

Todo esto que os cuento no es nada nuevo. Lo que se podría esperar de un maravilloso concierto en una noche de verano en la mejor compañía ("Y") y en un lindo lugar (o marco incomparable como podría decir alguien). La sorpresa de la noche fue un niño de unos 4 o 5 años que venía con su madre. Chiquito despierto él, rubio, ojos vivos y azules y mirada traviesa. Nosotros, sentados justo al lado de una estatua situada en el centro del patio y preparados a falta de 15 minutos del comienzo. Él llega, se sube a un pequeño bordillo de la estatua y nos dice "estoy aquí, pero cuando empiece iré más adelante". Pasa un ratito, comienza el concierto y cuál es mi sorpresa cuando veo al chiquito quedarse quieto y absorto al principio escuchando el primer tema. Luego empieza a seguir el ritmo con el pie (perfectamente, por cierto) y según va discurriendo el tema, él se va animando, se mueve, se para y hace como que toca algo, vuelve a escuchar...

Yo me quedo maravillado y me digo "ojalá mi próximo hijo/a salga así". Era impresionante ver cómo sentía y le gustaba la música. Pero la sorpresa fue mayor cuando fui viendo (y disfrutando) cómo él continuaba todo el concierto (de hora y media aproximadamente) con la misma actitud. Disfrutando tanto como el público (o más que muchos de ellos) y dejándose llevar por cada nota, cada break, cada cadencia. Me impresionó tanto el grupo de Iturralde como la actuación del chiquito.

Aún queda esperanza. Ver a este niño tan pequeñito disfrutar así con una música, digamos, difícil de entender como el Jazz, ha sido para mí como un soplo de aire fresco en una noche calurosa de verano. Veo que aún quedan mentes abiertas y casi vírgenes, algo muy difícil en estos días de Bisbales, Raulitos (!!?!), Triunfitos, AndyLucasitos o VanGoghianos, que probablemente harán disfrutar a los que los conozcan en el futuro. El único punto negro es el pensar lo sólo y fuera de lugar que podrá sentirse en muchos momentos de su vida.

Gracias chiquito por ser la guinda de una magnífica noche. Ojalá mi hijo se parezca a tí en esa forma de sentir la música..... y no cambies ;)